En España, son miles los niños que juegan al fútbol a diario. Hay muchos que juegan en el recreo del colegio, en el patio de la urbanización, en el parque, en un equipo de su barrio o ciudad, etc. pero también hay otros muchos que se apuntan a las escuelas de fútbol infantil con el objetivo de convertirse en verdaderos astros del balón.
Las escuelas de fútbol intentan formar a profesionales del mundo del balón. Cuentan con entrenadores, médicos y fisioterapeutas que ayudan a tus hijos a convertirse en grandes futbolistas.
Las sesiones de entrenamiento siempre son divertidas y entretenidas. En la escuela los niños no sólo aprenden técnicas y habilidades para robar el balón al oponente o marcar goles, también aprenden a trabajar en grupo y mejoran y desarrollan su psicomotricidad.
Como en todos los deportes, los niños se arriesgan a sufrir lesiones – torceduras de tobillos o rodillas, esguinces, fracturas, etc. -, pero los profesores suelen preparar a los pequeños para que sepan como apoyarse al caer o intentar evitar estos accidentes.
Para que el trabajo fructifique, las escuelas dividen en grupos a los niños según su edad, y a medida que van mejorando van subiendo de grupo y entrenando más fuerte y más días. Hacen ejercicios de velocidad, circuitos de resistencia aeróbica y trabajan la forma física.
Fútbol: un deporte para todos
Las escuelas de fútbol están abiertas a todos, incluidos los niños con alguna discapacidad o trastorno físico como asma, alergia, Síndrome de Down, hiperactividad o sordera. Esas alteraciones no les impiden de jugar al fútbol.
En Unicef reconocen que el fútbol es un instrumento educativo valioso que puede ayudar a los niños a superar traumas y frustraciones. Niños mayores pueden recuperar la infancia «perdida» a través del fútbol. Unicef utiliza el fútbol de muchas formas y en muchos países para educar a los niños en sus relaciones con los demás, divertirles, protegerles de la violencia, los abusos y de otros males, concienciarles acerca del Sida, etc.
Fuente: Guía Infantil